Escudo de la República de Colombia

Este modelo de alojamiento está más integrado a los ecosistemas como respuesta al desplazamiento de fauna y flora ocasionado por la infraestructura hotelera.

María Alejandra Tiuso, investigadora de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Palmira, diseñó una casa que estará construida principalmente en pino y caoba, con estructuras abiertas para que haya circulación constante de aire, de manera que el ambiente dentro de la vivienda sea muy similar al que se percibe fuera de esta.

Según explica, el diseño evita incluir polímeros, los cuales suelen ahuyentar animales como aves, y proyecta el uso de jardines colgantes para facilitar la atracción de fauna.
Además tiene ventanas y otros elementos transparentes para reducir el impacto visual que tienen las viviendas. Los materiales se adaptan a climas cálidos y húmedos y se pueden comprar en almacenes para el hogar a un costo aproximado de 5,5 millones de pesos, que incluye las herramientas.

Según la diseñadora Tiuso, el objetivo es promover un modelo de infraestructura de alojamiento que se mimetice con el entorno, evitando mayores alteraciones en el equilibrio de los ecosistemas. Para ello tuvo en cuenta el equilibrio y la capacidad de resistencia de las 15 especies de árboles con mayor dominio en bosques secos tropicales de Colombia, por lo que cada vivienda está diseñada para dos personas.

“Uno de los mayores impactos del turismo se encuentra en la construcción de hoteles y espacios de habitabilidad, porque para ello se talan bosques, se intervienen ecosistemas y se desplaza la fauna y flora”, asegura.

La energía de la casa se obtendría de paneles solares, mientras que se dispondrían áreas comunes dentro del centro de hospedaje para concentrar el acceso al agua y otros requerimientos. Según los estudios realizados por la investigadora, los usuarios de su vivienda no tendrían problemas para adaptarse a estas condiciones debido al tipo de turismo que buscan.

Experiencias nuevas

Para identificar el grupo poblacional al cual dirigir su modelo de alojamiento, la diseñadora hizo una primera encuesta a 68 personas. Allí determinó que su usuario objetivo se encontraba, principalmente, entre los 16 y los 45 años.

Luego hizo otras dos encuestas entre viajeros, una nacional, en la que respondieron 128 personas, y internacional, en la que contestaron 345 personas. Con estos dos cuestionarios identificó que las principales expectativas a la hora de hacer ecoturismo en el país están relacionadas con observar la biodiversidad única y vivir experiencias nuevas, como la de hospedarse en una casa de árbol.

La siguiente fase de su investigación consistió en consultar a empresas del sector en Canadá, Suiza, Dinamarca, Perú, Costa Rica y España. Estas compañías transmitieron recomendaciones como construir con materiales fáciles de conseguir, adaptar las características estructurales para no generar enfermedades en los árboles, y enfocarse en una población que no tuviera mayores riesgos ni dificultades a la hora de acceder a las viviendas en la altura de estas plantas.

Además, para su diseño sirvió como inspiración el trabajo realizado por algunas empresas de turismo en Tailandia, que lograron resultados positivos adaptando las viviendas a los ciclos naturales de los ecosistemas intervenidos.

La investigadora visitó experiencias similares en La Guajira y Amazonas y en los municipios de San Antonio del Tequendama (Cundinamarca), Salento (Quindío) y Tumaco (Nariño). Allí encontró que, salvo en los casos de La Guajira y el Amazonas, no se tenía en cuenta la salud de los árboles o la sostenibilidad dentro de los ecosistemas.

Después de año y medio de investigación y diseño, María Alejandra Tiuso avanza en la construcción de este y en su adaptación a otros árboles y ecosistemas. “El objetivo es llevar el modelo a lugares que ahora son atractivos y accesibles para el turismo a partir del posconflicto”, sostiene.

Según el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo la llegada de viajeros a Colombia aumentó en un 46,3 % en el primer semestre de 2017, alcanzando cerca de los 3 millones de personas, de las cuales el 77 % vino por motivos de ocio.